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Propósitos 2016, también para el territorio

 
propósitos 2016 territorio

Entramos en un nuevo año y, tras sobrevivir al típico período de consumo y sobrealimentación navideña, intentamos encarar el 2016 con más y mejor actitud, aptitud y determinación para el cambio. En medio de las celebraciones y reflexiones sobre el año que ha transcurrido, no puede faltar la lista de propósitos del 2016, algunos de ellos nuevos, otros arrastrados a nuestro pesar desde años anteriores, que con mayor o menor fortuna hemos ido afrontando hasta el día de hoy.

Igual que hacemos en nuestra vida personal, podríamos formular una lista de propósitos (nuevos o ya enquistados) para el territorio en este recién llegado 2016. El mundo cambia deprisa y la ciencia trata de seguirle el ritmo, o siempre que sea posible, controlar y dirigir las transformaciones. Ésta es precisamente la función de la planificación: interpretar, prever y gobernar las transformaciones de un territorio cambiante, manteniendo la calidad de vida de su población y el respeto por el medio ambiente.

Uno de los principales retos territoriales a escala mundial es sin duda la definición de modelos de desarrollo territorial sostenibles y la determinación de los caminos para alcanzarlos; unos modelos territoriales más equilibrados y justos desde un punto de vista ambiental, económico y social. La planificación territorial, como política fundamental para alcanzar el modelo territorial deseado, tiene una gran responsabilidad en trasladar la idea del desarrollo sostenible a la intervención sobre el territorio. La integración de la sostenibilidad en la planificación y gestión territorial supone revisar la relación entre actividad económica, sociedad y medio ambiente, asumiendo que cada una de ellas es un simple subsistema de la siguiente.

La introducción de criterios, estrategias y metodologías de evaluación de la sostenibilidad en la planificación es todavía incipiente en el caso español. Existen algunos ejemplos de guías y manuales de planeamiento urbanístico sostenible, elaborados mayoritariamente en los últimos 10 años, en un esfuerzo por dotar a las administraciones locales de criterios para la toma de decisiones. En este proceso ha tenido un papel fundamental la Agenda 21 aprobada en 1992, que posteriormente se ha traducido en numerosas Agendas 21 locales, reconociendo la centralidad de la escala local para emprender acciones de sostenibilidad.

No obstante, en la escala regional de planificación, la apuesta por la sostenibilidad territorial está teniendo una implementación lenta y con escasa materialización real de actuaciones, puesto que las visiones sectoriales (normalmente de sesgo desarrollista) suelen prevalecer sobre la visión integral y ecosistémica del territorio. Persiste aún la concepción del suelo como espacio de negocio que ofrece oportunidades especulativas, que ha conducido a un crecimiento incontrolado de las áreas urbanizadas, especialmente en el litoral. Aquí es donde la ordenación del territorio adopta un papel central a la hora de apostar por un modelo compacto, complejo, diverso y cohesionado, así como proteger los espacios agrarios, patrimoniales, naturales o la calidad del paisaje.

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Crecimiento disperso en la periferia urbana de Málaga

A nivel planetario, el cambio climático representa uno de los desafíos de mayor magnitud para la sostenibilidad. El año que acaba de transcurrir ostentó el triste récord de concentración máxima de gases de efecto invernadero en la atmósfera, con las graves consecuencias que ello conlleva, no sólo ambientales sino también económicas y sociales. En este caso, es apremiante adoptar desde la ordenación del territorio conceptos tales como transición energética, movilidad sostenible o estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático, puesto que la huella de carbono representa más de un 50% de la huella ecológica global.

Queda pues pendiente, en este 2016, el reto ineludible de seguir avanzando en la apuesta por el desarrollo territorial sostenible, traduciéndolo no sólo en ampulosos objetivos generales sino en criterios, metodologías y determinaciones concretas. El fin parece claro, definamos ahora el itinerario y el paso.

 

BEREZI ELORRIETA

Profesora del Máster de Planificación territorial y gestión ambiental.

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