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En verano ¿Se nos va la luz?

 

El riesgo de apagones o blackouts durante el periodo estival

En el verano además de los típicos riesgos que presenta la temporada de vacaciones, aparece el riesgo en la mayoría de los países de los llamados “apagones” o “blackouts”. Estos apagones que podrían considerarse como la minimización (o pérdida total) de la prestación del servicio eléctrico en un área o también como una pérdida a corto o largo plazo de la energía eléctrica en un área en particular, pueden llevar molestias o riesgos de todo tipo: desde las normales: malestar, problemas de seguridad, colapsos vehiculares, etc., hasta generar conflictos o riesgos aún mayores casi todos relacionados con la vulnerabilidad de los sistemas de comunicación, control y automatización. Por ejemplo, una falla de este tipo puede limitar la prestación de todas las actividades relacionadas con las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación) lo que en estos momentos afectaría a prácticamente todos los usos energéticos eléctricos de nuestra sociedad y a nuestro sistema de comunicaciones.


Principales Blackouts en el mundo.

 

Los “blackouts” en general se presentan por indisponibilidad accidental de infraestructura del sistema eléctrico: salida de plantas de generación, problemas en el transporte o contingencias que causan la pérdida simultanea de generación y transporte. Sin embargo también existen problemas de apagones causados por falta de energía, por ejemplo: el caso de un sistema basado en generación hidráulica con deficiencia de agua en los embalses o la  salida de generación por falta de inversión en el mantenimiento de plantas o infraestructura de transporte.  Los “apagones” causados por falta de energía, en general, se pueden “programar” es decir agendar lo que los convierte en racionamientos programados.

 

¿Por qué en verano?

La pregunta que surge es ¿por qué estos apagones se presentan en la mayoría de los casos en épocas de verano?, la respuesta pasaría por un análisis técnico detallado de la condición de los sistemas eléctricos en el punto en que se presenta el incidente. Sin embargo podemos concluir de forma indirecta que los apagones o blackouts se presentan en los sistemas eléctricos cuando existen las condiciones de mayor vulnerabilidad. Esta mayor vulnerabilidad se presenta por varios factores que comentaré a continuación.

 

En general los sistemas eléctricos de potencia están proyectados (planificados) para soportar una demanda y tener un “colchón” o espacio[1] que pueda amortiguar condiciones súbitas de incremento de demanda, el tamaño de este colchón se define de acuerdo a la política energética del país y no deja ser una variable importantísima dentro de la planificación del sistema eléctrico. 

Sin embargo la demanda de energía eléctrica puede llegar a niveles muy por encima de la media en puntas de verano o invierno cuando las condiciones climáticas hacen que se utilice la energía de forma mayor. Este comportamiento, “normal” para la temporada, causa que el “colchón” se minimice y ponga en riesgo el sistema. Esto es habitual cuando paralelo al punto de mayor demanda se presentan fallas (por algún tipo de incidente no programado), indisponibilidades  o incidentes en general que causan que la energía disponible sea insuficiente para satisfacer la demanda presentándose el blackout. Los incidentes que llevan a este tipo de blackout pueden ocurrir por lo tanto por generación como por transporte de la energía.

Otro aspecto importante dentro de este horizonte es el relacionado con la operación y mantenimiento de los sistemas eléctricos; no es nuevo que en estos periodos estivales o de vacaciones pueden presentarse disminución en los equipos que realizan mantenimientos, no solo por reducción lógica de personal como por que esta actividad puede ser minimizada por condiciones de trabajo extremo.

 

Y entonces ¿Qué podemos hacer?

El nivel de responsabilidad en el desarrollo de apagones o blackouts se reparte en toda la cadena eléctrica: desde la política que debe establecer los valores en los que se mueve la capacidad efectiva (y si se deben otorgar cargos por disponibilidad o confiabilidad, por ejemplo), así como los programas de mantenimiento y ampliación de las redes de transporte de energía eléctrica, programas de coordinación y verificación de protecciones, protocolos de atención y operación bajo contingencias, etc.

Pero también hay una responsabilidad de la demanda: se debe tener en cuenta que la exigencia que podemos hacerle a nuestro sistema eléctrico es limitada, si nos pasamos podemos generar problemas en el suministro, por lo tanto debemos ser consecuentes: utilizar la energía de forma racional pasa por ello. Se trata de ser racional e intentar no presionar al sistema mejorando los perfiles de consumo: consumir menos en horas donde se puedan presentar “picos” de demanda.

Ahora bien, si existen incidencias que generen apagones, se debe tener la calma que la situación lo permita y seguir las instrucciones de las autoridades, con seguridad el sector eléctrico estará haciendo todo lo posible (y casi lo imposible) para poner en servicio la infraestructura en el menor tiempo y con los menores efectos colaterales.

 

AUTOR: Rodrigo Ramírez-Pisco. PhD. Coordinador del Máster en Energías Renovables y Sostenibilidad Energética. UB- UNIBA. Coordinador de la Red RITMUS de CYTED: Red Iberoamericana de Movilidad Urbana Sostenible.

 

 

[1] Este colchón se puede entender como la diferencia entre la Capacidad Efectiva Neta y la Máxima potencia demandada.

 

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