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Cómo medir la sostenibilidad en la planificación territorial

 

 

El desarrollo territorial sostenible se ha convertido, en el siglo veintiuno, en uno de los principios rectores de la mayoría de planes territoriales a escala internacional. La vinculación entre desarrollo sostenible y ordenación del territorio ya había sido puesta de ma­nifiesto, aunque sin emplear esta expresión en concreto, en la Carta Europea de Ordenación del Territorio (Consejo de Europa, 1983). A partir de entonces, la expresión desarrollo territorial sostenible ha tenido gran éxito en los instrumentos de planificación territorial, hasta el punto de convertirse en el principio rector de las actuaciones estratégicas o normativas de planificación territorial. Pero, ¿qué significa en la práctica implementar un modelo de desarrollo territorial sostenible?

El concepto de desarrollo sostenible (sustainable development) aparecía ya en la Estrategia Am­biental Mundial de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) en 1980, pero se popularizó años más tarde tras la aparición del informe titulado Nuestro futuro común, coordinado por Gro Harlem Brundtland en el marco de las Naciones Unidas. La expresión apareció en un contexto socio-económico que exigía más que nunca ligar la reflexión económica al medio físico, y desde entonces se ha convertido en un nuevo paradigma para los agentes políticos de todo el mundo. En el Informe Brundtland, se entiende por desarrollo soste­nible aquel que permite «satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas» y se subraya la necesidad de hallar un equilibrio entre la esfera económica, social y ambiental del desarrollo.

 

Las tres dimensiones del desarrollo territorial sostenible. Fuente: elaboración propia

 

 

Desde una perspectiva territorial, el concepto está estrechamente relacionado con la capacidad de carga del territorio, y puede entenderse como el desarrollo acorde con los rasgos ambientales del medio donde se plantean cambios en el uso del suelo. Esos rasgos ambientales incluyen cuestiones del medio físico, pero también aspectos socioeconómicos y culturales.

A pesar de que el concepto se emplea ya profusamente, sigue siendo difícil evaluar el grado de sostenibilidad de un modelo de desarrollo. Aunque en el contexto europeo se ha implantado progresivamente la Evaluación Ambiental de planes y programas, ésta se limita a prevenir y evaluar los impactos de los planes sobre el medio ambiente antes de su aprobación e implementación. Por lo tanto, ¿qué hacemos para saber si el plan nos está conduciendo realmente hacia un modelo de desarrollo territorial más sostenible?

En realidad no existe un modelo universalmente aceptado para “medir” el desarrollo sostenible, sino más bien una definición de ciertos límites para la sostenibilidad o una serie de propuestas ligadas al crecimiento verde. Los instrumentos de planificación territorial o de desarrollo suelen adoptar sistemas propios de evaluación más o menos complejos para estimar los avances hacia un desarrollo territorial sostenible, que incluyen sistemas de indicadores relacionados con los impactos ambientales, aunque también con la esfera social y económica. Las propias Naciones Unidas, en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados en 2015, entienden el desarrollo sostenible desde una perspectiva integral cuya medición se prevé a través de un conjunto de nada menos que 232 indicadores, contemplando indicadores tan diversos como la proporción de mujeres en cargos directivos, la proporción de energía renovable consumida, la densidad y distribución del personal sanitario, la proporción de la población que se siente segura al caminar sola en su zona de residencia o el gasto público destinados a la conservación de los ecosistemas, por ejemplo.

 

Objetivos de Desarrollo Sostenible. Fuente: www.un.org

 

Sin embargo, los sistemas de indicadores adoptados varían significativamente de un territorio a otro y de una escala a otra. En el contexto español, las leyes y planes de ordenación del territorio en las diversas escalas han ido otorgan­do cada vez una mayor relevancia a la cuestión ambiental. Una de las referencias para la escala local es el Libro Blanco de la Sostenibilidad en el Planeamiento Urbanístico Español, donde la sostenibilidad de los planes se traduce en la introducción de determinaciones dirigidas a aspectos tales como: la regulación del paisaje, la reducción de la movilidad obligada, el fomento del policentrismo, la accesibilidad a los equipamientos públicos, la reducción del consumo de agua y energía, el impulso de la cohesión social o la integración de la participación en el planeamiento, entre otros.

En la escala regional, lo cierto es que la apuesta por la sostenibilidad en los planes está teniendo una implementación en general lenta y con escasa materialización real de actuaciones, tal y como muestra la investigación “La sostenibilidad en la planificación territorial de escala regional” (Elorrieta et al., 2016). Aun así, algunas Comunidades Autónomas como el País Vasco y Navarra han implantado tanto criterios como indicadores de sostenibilidad en el proceso de elaboración y seguimiento de las polí­ticas territoriales. En cualquier caso, un obstáculo importante lo constituye la propia acepción del término desarrollo sostenible, ya que puede ser entendido bajo criterios poco homogéneos, de manera que la medición de las diferentes dimensiones de la sostenibilidad territorial, cuando se realiza, se hace bajo criterios, sistemas e indicadores distintos en cada región.

Con todo, en un periodo de crisis ambiental, climática, económica y socio-política como el que vivimos los sistemas de planificación territorial de todos los países no pueden eludir la responsabilidad de introducir en sus planes criterios y determinaciones que nos lleven hacia un desarrollo territorial más sostenible. El siguiente paso sería verificar si, en efecto, los planes están sirviendo a dicho propósito, a través de un sistema de evaluación de la sostenibilidad. Identificar los avances y las posibles brechas o estancamientos es imprescindible para encauzar de forma urgente la acción política hacia un modelo de desarrollo más respetuoso con la vida de las personas y de los ecosistemas.

 

 

Berezi Elorrieta

Máster en Planificación Territorial y Gestión Ambiental

 

Bibliografía

Consejo de Europa (1983). «Carta Europea de Ordenación del Territorio». Estudios Territoriales, (28), 171-195.

Elorrieta, B; Olcina, J.; Sánchez, D. (2016). La sostenibilidad en la planificación territorial de escala regional Cuadernos Geográficos 55(1), 149-175.

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