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El importante papel de la participación ciudadana

 

¿Qué hemos aprendido del boom inmobiliario español y especialmente de los desmedidos desarrollos urbanísticos?

El último informe realizado en España por el equipo del Observatorio de la Sostenibilidad para Greenpeace en 2017, Protección a Toda Costa, indica que en los últimos 25 años las costas españolas han incrementado su urbanización en un 57%. Esta situación es insostenible, además en gran medida supone el reflejo de una sociedad excesivamente individualista y preocupada por el beneficio económico inmediato. La carencia de esfuerzos para una verdadera y temprana planificación territorial participada supone una de las causas que explican esta problemática. Se parte de la condición sine qua non de que un proyecto territorial sostenible de futuro común sólo puede garantizarse a través de la implicación en el mismo de actores y habitantes del territorio.

En esta línea cobra sentido que haya sido en la escala local donde se hayan experimentado más proyectos participativos en planificación territorial. Al fin y al cabo parece de sentido común no contar solamente con los actores gubernamentales o los agentes económicos, sino que también deben tenerse en consideración a los propios habitantes, que en definitiva van a ser los actores principales de cualquier territorio. Por tanto, también parece lógico reforzar la participación ciudadana a otras escalas de planificación territorial.

Desde hace años en los Países Bajos, y otros países europeos con planificación territorial más experimentada, se aboga por una administración pública transparente y abierta a la participación ciudadana. En estos casos se apoya que los técnicos asuman también el papel de mediador entre actores territoriales. Asimismo, se facilita al público la intervención en los procesos de toma de decisiones territoriales a través del uso de nuevas tecnologías de la información como los sistemas de información geográfica comunitarios, y otras herramientas digitales de comunicación, consulta y toma de decisiones.

Por otro lado, la tradición planificadora anglosajona está fuertemente marcada por los valores democráticos y la participación ciudadana. Tanto en el Reino Unido como en la mayoría de estados de Norteamérica los planes territoriales locales son ratificados a través de las urnas electorales por referendum lo que refleja la importancia para la comunidad del proyecto común territorial.

Por último, merece la pena destacar que estas experiencias no están exentas de dificultades y que la relativa falta de experiencia participativa en nuestro país puede suponer grandes frustraciones. Desde la academia se debe profundizar en relación con la mejora de la educación ambiental y de la participación ciudadana. Resulta además necesario un cambio social profundo en el que se asuman nuevas responsabilidades territoriales por el conjunto de la sociedad. El papel de la administración pública también debe adaptarse y esta debe evitar la toma de decisiones territoriales ajustadas a los intereses de los ciclos políticos. En todo caso, son evidentes los beneficios a largo plazo de la política espacial y la ordenación del territorio basada en los principios democráticos y la cultura del acuerdo frente a las decisiones de un anticuado modelo tecnocrático.

 

Sergio Segura Calero

Doctor en Geografía por la Universidad de Sevilla, especializado en ordenación del territorio. Colaborador del Máster en Planificación Territorial y Gestión Ambiental en UNIBA.

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