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El valor del contacto con la naturaleza

 

Nunca antes había estado más encima de la mesa la necesidad del contacto con la naturaleza. En los tiempos actuales cobra más sentido que nunca esa frase de «no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos». Esta tendencia, desgraciadamente, no es nueva y, en general, se da poca importancia a los espacios exteriores, ya sea en cuanto al diseño de los espacios urbanos, al diseño de los centros escolares o incluso en el diseño de nuestros propios hogares. A nivel educativo, uno de los motivos por los que estos espacios carecen de importancia es que se relacionan con el juego y este es considerado en general de poca importancia para el desarrollo de las personas y el de los niños en particular.

 

El tiempo de juego reducido a la mínima expresión

En los años 70 los niños y niñas aún tenían acceso libre a la naturaleza y era su espacio de desarrollo principal y preferido, pero actualmente los niños tienen menos oportunidades de jugar libremente al aire libre y tener contacto regular con la naturaleza. Esto se debe a una mayor existencia de límites a la hora de poder jugar en el espacio de forma libre en los espacios urbanos,  al aumento del tiempo que los niños se quedan solos en casa o pasan saturados de actividades extraescolares que se desarrollan en espacios interiores.

En definitiva, el tiempo que los niños pasan jugando ha disminuido notablemente mientras que el tiempo de escolarización ha aumentado. Incluso en familias donde el 70% de los progenitores afirma que en su niñez cada día jugaba en la calle, sólo el 30% de los hijos de estas familias lo hace actualmente.

La pérdida de oportunidad de juego al aire libre y del contacto con el mundo natural no sólo impacta negativamente en el crecimiento y desarrollo globales de los niños, y en su adquisición del conocimiento, sino que también establece el escenario de una pérdida continua del medio natural.

La afinidad y la estima por la naturaleza, junto con una ética ambiental positiva, emerge del juego y del contacto habitual de los niños con el mundo natural.

Elaboración propia a partir de Clements, R. (2004). An investigation of the status of outdoor play. Contemporary Issues in Early Childhood, 5(1) 68-80.

 

La importancia de la interacción con la naturaleza

Actualmente, todos hemos experimentado los efectos de la falta de contacto con la naturaleza. Es en este sentido que vale la pena poner de manifiesto los principales beneficios de la interacción con la naturaleza, no sólo a nivel de rendimiento académico sino como parte del desarrollo humano:

  • Mejora la capacidad de concentración
  • Desarrollo motor más avanzado, incluida la coordinación, el equilibrio y la agilidad
  • Disminución de la frecuencia de enfermedades
  • Juego más diverso, imaginativo y creativo
  • Fomento de habilidades lingüísticas y colaborativas
  • Mejora del desarrollo cognitivo, capacidad de razonamiento y habilidades de observación
  • Protección frente al estrés vital  y mejora de la gestión de las frustraciones
  • Reducción del acoso escolar ya que desarrolla sentimientos positivos hacia el resto de niños y estimula la interacción social entre ellos
  • Favorecimiento del desarrollo de la independencia y la autonomía de los niños

Adaptación a partir de White, R. (2004). Interaction with nature during the middle years: Its importance to children’s development & nature’s future. White Hutchinson Leisure & Learning Group.

 

El impacto de los primeros aprendizajes en la naturaleza

Cuanto más personal sea la experiencia de los niños con la naturaleza, más sensibilidad por el medio ambiente desarrollarán y más probabilidad de ser activos e intervenir en la sociedad habrá. Es por todo ello que la educación ambiental es una herramienta fundamental en el desarrollo curricular. Esta inclusión de la educación ambiental tiene varios grados, desde transformar los espacios exteriores en espacios educativos, realizar salidas al aire libre o integrar los principios de la ambientalización curricular desde una perspectiva abierta y compleja que favorecería la posibilidad de generar en toda la comunidad educativa nuevas formas de pensar, sentir y hablar, contribuyendo a la formación de una ciudadanía activa, crítica y responsable para construir ciudades más justas, solidarias y sostenibles. «La propia naturaleza es la mejor maestra posible.» 

Elaboración propia.

 

 

Marta Gual Oliva

Profesora de UNIBA

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