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Los efectos de los cambios de la cubierta vegetal en la escorrentía fluvial.

 

Con frecuencia nos olvidamos que cuando nos referimos al cambio ambiental no nos estamos refiriendo solamente al cambio climático, sinó también a todos aquellos cambios que se producen en el ambiente donde vivimos.

Hay cambios  que son repentinos y que tienen graves consecuencias sobre el territorio ya que se desequilibra el sistema y se tiende a una nueva situación.

Uno de los cambios más rápido y que tiene consecuencias immediatas y, a veces, duraderas es el cambio en la cobertura del suelo. Es decir, si en una zona determinada, por ejemplo, la ladera de una montaña, tenemos un bosque espeso que la cubre y al dia siguiente, ese bosque se tala entero o bien se quema, las consecuencias que tiene este hecho sobre esa ladera y el entorno son immediatas.

En general, un bosque amortigua la intensidad de la lluvia que cae sobre el suelo y lo protege frente la esrosión; sin embargo, de golpe, cambia la tasa de retención de agua de la ladera, la velocidad y energía con la que el agua de lluvia llega al suelo puesto que no hay árboles que la amortigüen, y a su vez, ese aumento de energía incrementa la tasa de erosión del suelo, con la consiguiente pérdida de nutrientes.

Las partículas del suelo son arrastradas a los fondos de los valles fluviales, aumentando la concentración de sedimentos y la turbidez del agua, y finalmente, aparecen nuevas islas de sedimentos en los lechos fluviales que amenazan los hábitats fluviales.

Por fortuna, estos cambios suelen afectar pequeñas superfícies, y por lo tanto, las consecuencias se diluyen cuando tratamos de grandes cuencas fluviales. Sin embargo, existen pequeñas cuencas fluviales que se denominan experimentales porque permiten observar perfectamente cómo afectan estos cambios en la escorrentía fluvial.

Un estudio realizado por el Grupo de Investigación Ambiental Mediterránea de la Facultad de Geografía y Historia de la Universidad de Barcelona, muestra como la eliminación del estrato arbustivo en un bosque mixto de encinos y alcornoques, que representaba el 15% de la superficie de la cuenca fluvial experimental (de 2,5 km2) fue suficiente para aumentar la escorrentía media anual en 60 mm; se pasó de 7 mm a 67 mm entre antes y después de la gestión forestal.

Este aumento se debe, seguramente, a la reducción de la vegetación que capta el agua de lluvia, con lo que aumenta la cantidad de agua en el suelo y como consecuencia, el río, que se quedaba sin caudal entre mayo y noviembre, disminuyó el período de estiaje en un mes.

También hubo consecuencias en el transporte de sedimento, ya que aumentaron las tasas de erosión y aumentó la colmatación del lecho del río. Sin embargo, una vez todo el sedimento suelto fue arrastrado, las tasas de transporte de sedimento volvieron a los valores previos a la gestión forestal, mientras que las tasas de escorrentía se mantuvieron diversos años más.

Todo esto nos lleva a la conclusión de la importancia del estudio de los procesos que se producen como consecuencia del cambio en la cubierta del suelo en una cuenca fluvial, ya que los cambios en la erosión y la escorrentía son importantes y pueden volverse permanentes. De esta manera, podemos extrapolar estos resultados en superficies mayores y nos pueden permitir explicar ciertos episodios de inundación, que no siempre son consecuencia del cambio climático solamente.

Foto 1: A la derecha se puede ver una parcela con gestión forestal, mientras que la de la izquierda no ha sido tocada.

Foto 2: Limpieza del estrato arbustivo de un bosque mediterráneo mediante 1) desbrozador manual; 2) mediante una quema controlada; 3) mediante maquinaria pesada

 

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