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Mapas digitales urbanos, nuevas miradas a las ciudades

 

Los mapas son, por su capacidad para identificar, analizar y representar la información geográfica de una manera sintética y eficaz, herramientas visuales cruciales para los estudios urbanos. De hecho, las propias ciudades no podrían entenderse sin las representaciones cartográficas que han ido planificando y representando su forma y características.

En el momento actual, la transición digital nos ofrece nuevas oportunidades para entender y representar las ciudades. En el contexto específico de las prácticas cartográficas permite combinar las tecnologías digitales de información y comunicación  con todo un conjunto de dispositivos y tecnologías de geo-localización, captura y tratamiento de la información geográfica, como los Sistemas de Posicionamiento Global-GPS, Sistemas de Información Geográfica o plataformas cartográficas online, así como los Big Data y los Datos Geográficos Voluntarios (conocidos como VGI).

Uno de los casos más exitosos  de Datos Geográficos Voluntarios ha sido el proyecto colaborativo OpenStreetMap, que tiene como objetivo producir  una base cartográfica libre y gratuita de todo el mundo a partir de la aportación y edición de miles de voluntarios. El proyecto ha conseguido extender la disponibilidad de información geográfica a colectivos y regiones vulnerables, como quedó evidenciado tras el terremoto de Haití en 2010, donde en pocos días y gracias al trabajo de muchos voluntarios, se consiguió poner a disposición de las organizaciones un mapa muy útil para organizar los trabajos y las ayudas recibidas.

Flickr: Port-au-Prince en OpenStreetMap antes y después del terremoto en 2010.

A pesar del entusiasmo en los últimos años sobre las ventajas de disponer de un volumen creciente de datos “masivos”, es importante continuar cuestionándonos la validez, representatividad y utilidad real de la información disponible ante los problemas a los que se enfrentan las ciudades, especialmente en lo referente a fenómenos socioeconómicos complejos que a menudo aparecen ocultos o mal representados en los mapas.

Es importante recordar que el proceso de dar forma gráfica a la compleja realidad urbana se enfrenta a dos problemas persistentes e inevitables que limitan su utilidad. El primero problema es la imposibilidad de obtener una representación cartográfica exactamente idéntica al mundo real. El proceso de transformar el mundo material en una representación cartográfica implica la utilización de métodos y estrategias para seleccionar, simplificar, clasificar y traducir esa realidad a un lenguaje gráfico, obteniendo siempre una representación necesariamente más limitada y parcial.

En la ciudad, ese proceso de simplificación resulta particularmente dramático dada la densidad de usos, elementos, experiencias y personas que conforman el espacio urbano. La consecuencia directa de esta limitación es que cualquier mapa urbano nos mostrará solo una pequeña parte de lo que allí ocurre, silenciando otras experiencias, fenómenos y relaciones.

El segundo problema es su aparente transparencia y veracidad una vez realizadas. A pesar de que los mapas “nos muestran datos, no fenómenos” (Krygier y Wood 2011), una vez en el mapa solemos asumir su exactitud y veracidad, aunque para llegar a ella se hayan tenido que tomar multitud de decisiones sobre qué priorizar o silenciar, a qué escala y con qué grado de detalle. Ignorar las limitaciones epistemológicas, metodológicas y éticas que surgen durante la producción y utilización de los mapas puede llevarnos a conclusiones erróneas sobre los fenómenos y procesos que tratamos de analizar.

Por un lado, las fuentes de datos tradicionales siguen estando limitadas por su coste, rigidez y uso de escalas administrativas de referencia fijas que ocultan pautas y procesos espaciales novedosos. Por otro lado, las fuentes de datos emergentes tienen problemas en cuanto a su privacidad y fiabilidad como muestras representativas de la realidad, ya que estos datos digitales tienden a reflejar desigualdades existentes a nivel material y socio-cultural  y están sujetas a los intereses económicos de las empresas que los recogen.

Anselin y Williams 2015: “Barrios digitales” y “desiertos digitales” en la ciudad de Nueva York según el nivel de actividad en las plataformas Twitter y Foursquare.

Pero además, los errores y silencios en las bases de datos que utilizamos para producir mapas no son únicamente un problema técnico. Las bases de datos y las categorías utilizadas para simplificar y organizar la complejidad de la ciudad son construcciones humanas, situadas en contextos particulares situados e insertas en un proceso de creencias, prácticas sociales y tecnologías intelectuales a través de las cuales entendemos el mundo.

Finalmente, la utilización de datos agregados, así como las inferencias e interpretaciones que se realizan a partir del análisis espacial, no puede obviar los problemas e incertidumbres que aparecen cuando se utilizan técnicas propias del análisis estadístico sin tener en cuenta las limitaciones de los datos geográficos. Estas limitaciones afectan especialmente a los análisis espaciales porque en su gran mayoría se analizan fenómenos que ocurren de manera continua en el territorio pero que, por necesidades analíticas, deben ser tratados de manera agregada.

Palacios García y Vidal Domínguez 2014: Distribución espacial de la población extranjera asiática en Barcelona en 2010, por secciones (izquierda) y distritos (derecha). La escala de representación elegida permite identificar patrones distintos en cada mapa.

Las principales dificultades que aparecen en el análisis estadístico cuando se utilizan datos espaciales son las limitaciones de la autocorrelación espacial, los problemas analíticos relacionados con los ámbitos de análisis utilizados (conocido como PUAM), la falacia ecológica o el problema del “efecto de borde”. Por ejemplo, la elección de la escala de análisis, tanto en un sentido de extensión (ámbito estudiado) como de nivel y tamaño (detalle e unidades espaciales de referencia), es una de las decisiones clave al trabajar con bases de datos espaciales, ya que determinará en gran medida los resultados obtenidos.

Estos retos pueden superarse aprovechando el potencial de las nuevas tecnologías para desarrollar unas prácticas cartográficas más flexibles, plurales e interactivas que pueden ser muy útiles para abordar los numerosos retos que plantean las ciudades actuales.

 

Núria Font

Profesora de UNIBA

 

Referencias Bibliográficas

ANSELIN, L. y WILLIAMS, S., 2015. Digital Neighborhoods. Journal of Urbanism: International Research on Placemaking and Urban Sustainability, vol. 9175, no. March, pp. 24.

KRYGIER, J. y WOOD, D., 2011. Making maps: a visual guide to map design for GIS. Londres: Guilford Press.

PALACIOS GARCÍA, A.J. y VIDAL DOMÍNGUEZ, M.J., 2014. La distribución intraurbana de los inmigrantes en las ciudades españolas: un análisis de casos con SIG y técnicas cuantitativas. Cuadernos Geográficos, vol. 53, no. 1.

 

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