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Una nueva forma de relacionarnos con la energía

 
Una nueva forma de relacionarnos con la energía

Es evidente que después de mantener durante muchos años un modelo energético muy estático y conservador,  tanto en lo relacionado con el negocio o la tecnología, ahora se están haciendo nuevos cambios que afectaran la forma en que entendemos el sector energético y la relación que como sociedad tenemos con él. Estos cambios son muy importantes ya que, aunque parezca exagerado, dependerá de ellos el futuro de la sociedad tal como la conocemos.

Todos sabemos que hasta ahora el sector energético, el sector productivo y el sector transporte, son los principales responsables de las emisiones de gas efecto invernadero asociados a impactos en el ambiente y los consecuentes efectos que sufre y sufrirá nuestro planeta en el futuro. También es cierto que las medidas adoptadas, hasta ahora, no han significado resultados que permitan aseverar que el impacto al medio ambiente por parte de nuestra sociedad se ha frenado o reducido, la verdad es que estamos lejos aún de llegar si quiera a un consenso mundial de los efectos del hombre y la sociedad en el cambio climático, o si quiera si este último existe.

En medio de este frio diagnóstico surge una pequeña (¿gran?) esperanza en el sector energético y el sector eléctrico en particular: los cambios ocurridos sobre todo en el último par de décadas en el sector eléctrico tanto en las tecnologías cómo en los modelos de negocio, hacen pensar que existe una mayor “responsabilidad” de parte de los ahora tan comúnmente llamados “stakeholders[1] en los efectos de la energía eléctrica en nuestro hábitat. Si esta preocupación es aprovechada para mejorar la relación de la producción, transporte, distribución y uso de la energía con el entorno, podríamos hablar de un gran paso para corregir la afectación que hace la sociedad en el medio que nos rodea.

Por ejemplo, ahora podemos hablar de la posibilidad de tener un cliente que no solo recibe energía, sino que puede almacenar o generar y vender excedentes cuando quiera. Esta capacidad abre la posibilidad de tener clientes activos, demanda activa, o balance cero, venta de excedencias, asociaciones de prosumidores[2], etc… Estos nuevos modelos y actores cambiarán la forma de entender el negocio de la energía y podrá tener en cuenta, entre otras cosas, la actitud del consumidor frente a su responsabilidad con el entorno. Este nuevo abanico de posibilidades, más unas reglas claras de mercado, pueden incentivar, por ejemplo, el uso de las energías renovables y su importancia dentro del mix energético o incentivar todo lo relacionado con un consumo energético responsable.

En cuanto a la tecnología es evidente que cada vez somos más dependientes sobretodo de la energía eléctrica: nuestros modelos de vida y la economía digital obliga a tener una calidad de energía que nos permita estar 100% conectados  respondiendo así al ritmo que nos impone nuestra sociedad en el día a día. También es claro que el desarrollo tecnológico está volcado en tener todo “en red” y a toda hora. Es en este escenario en que aparece el término “SMART”[3] en el que todo cabe, sobre todo la comunicación. Cada vez más todo lo que nos rodea está conectado y esto aumentará en el futuro: el Internet de las Cosas- IoT[4],  permitirá ver la vida que nos rodea desde otros puntos de vista. Gracias al IoT toda esta información estará en la nube (Cloud) para nuestro uso. Sin embargo, para que todo lo anterior funcione se requiere energía que pueda estar presente en todas las actividades de nuestras vidas, energía que gracias a la información de la que dispondremos será cada vez más optimizada en su uso.

Es claro que en este escenario nuestra dependencia energética será mayor, pero también podrán existir bondades tecnológicas que estarán ligadas a nuestro bienestar, por ejemplo, en transporte o salud: algunas actividades que eran ciencia ficción: un coche sin conductor o una máquina que  opera sus dolencias cardiacas a distancia del cirujano son realidad del día a día y cada vez estarán más presente en la sociedad.

Sin embargo hay que ser realista y recordar que vivimos en un mundo con diferencias muy grandes y por lo tanto nos tenemos que hacer una pregunta: ¿En qué parte de la sociedad se están haciendo estos cambios?, la verdad es que en el mundo 1200 millones de personas no tienen acceso a la electricidad y 2.700 millones cocinan con biomasa de la forma tradicional (al que se asocia unos 3,7 millones de muertos al año por contaminación interior)[5] y lo que es peor en muchas partes o regiones que aparecen con servicio eléctrico la prestación del servicio se hace con baja calidad o niveles que impiden actividades de comunicación o que exista una prestación de Internet bajo calidades mínimas. ¿Tenemos entonces dos bitácoras de vuelo? ¿una en el que el mundo tecnológico y comunicado busca un horizonte sostenible y otra en la que estas iniciativas no llegan o llegan “tarde”?. Lamentablemente este último punto se sale un poco del objetivo de este documento.

A manera de reflexión final podemos proponer entonces que deben desarrollarse y asegurarse los mecanismos para que estas nuevas formas de entender el futuro de la energía estén ligadas a una sostenibilidad global, indispensable para el futuro de toda nuestra sociedad.

Rodrigo Ramírez-Pisco. Ph.D.


[1] Stakeholder es una palabra del inglés que, en el ámbito empresarial, significa ‘interesado’ o ‘parte interesada’, y que se refiere a todas aquellas personas u organizaciones afectadas por las actividades y las decisiones de una empresa.

[2] La palabra prosumidor, o también conocida como prosumer, es un acrónimo formado por la fusión original de las palabras en inglés producer (productor) y consumer (consumidor).

[3] En este documento lo entendemos como el acrónimo  de las siguientes palabras: Specific –Measurable –Assignable –Realistic – Time-related

[4] Internet of Things.

[5] Información de la Agencia Internacional de la Energía.

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