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Decálogo para una movilidad sostenible post-COVID19

 

Tras décadas de nombrarla, desearla, perseguirla e incluso desvirtuarla, en 2020 se nos presenta otra oportunidad de virar hacia una movilidad más sostenible. La irrupción del virus altamente letal aún sin vacuna[1], no solo pone en evidencia la petulancia humana sobre el control de la naturaleza, sino que también nos ofrece una nueva ocasión para cambiar.

El estado de excepcionalidad y alarma que se ha provocado en medio mundo por la pandemia del COVID19 también ha hecho patente los efectos nocivos y depredadores de nuestra movilidad intensiva, depredadora y contaminante, pero que pueden ser revertidos en poco tiempo y de forma permanente si se asume con voluntad férrea transitar hacia un modelo racional y ambientalmente sostenible al desplazarnos.

Las medidas de distanciamiento físico y confinamiento para contener el contagio han desvelado la posibilidad real de vivir bajo pautas movilidad más básicas, moderadas y racionales. Las recientes imágenes de cielos azules en grandes ciudades son prueba de la capacidad de resiliencia del ecosistema, las avenidas ahora vacías de coches han de ser recuperadas en parte para ciclistas, deportistas y peatones, reorientando la antigua jerarquía de la movilidad urbana.[2] Si la gobernanza territorial prepondera el bienestar común frente al reclamo del automovilista, de la industria automotriz y del convulso mercado de combustibles fósiles, ello es posible.

Ayuntamiento de Barcelona, mayo 2020.

Sant Genís, Bcn, Mayo 2020.

Tampoco la recomendación puntual de utilizar “medios individuales” puede ser la excusa para relanzar el uso indiscriminado del coche o la motocicleta en la movilidad cotidiana -como lo sugieren sin pudor algunos-[3], pues en esta coyuntura hemos comprobado que esta propuesta es una trampa mortal, cuyos efectos negativos como la congestión, la inseguridad, el caos vial, la contaminación acústica y ambiental, la ocupación intensiva del espacio y la pérdida de tiempo son perfectamente evitables.

Por ello, la planificación territorial ha de pensar y actuar en clave de una gestión más eficiente y racional de uso de las vías que: 1) Invierta la jerarquía de usuarios; 2) limite el uso particular del coche; 3) favorezca desplazamientos a pie o en bicicleta; 4) reordene los sistemas de transporte colectivo; 5) Incentive el uso de energías más limpias; y en general, 6) mejore su accesibilidad y conectividad. A nivel regional y nacional la ordenación territorial también deberá 7) reorganizar el transporte de mercancías y pasajeros de larga distancia, recuperando modos tradicionalmente eficientes, aunque hoy relegados, como los férreos o marítimos, frente a los aéreos, cuyas inminentes quiebras hoy por hoy evidencian su baja sostenibilidad. 

Al tiempo que, las empresas, industrias e instituciones educativas han de certificar su compromiso con este cambio 8) favoreciendo el teletrabajo y estudio semipresencial, 9) diversificando y flexibilizando sus horarios. Del mismo modo los viajeros hemos de actuar en consecuencia con 10) responsabilidad social, racionando los motivos, distancias y formas de nuestro desplazamiento cotidiano, así como preponderando la proximidad entre la vivienda y el lugar de nuestras actividades cotidianas, siendo conscientes de la repercusión de cada una de nuestras acciones y elecciones vitales en el bienestar e interés común.

Este es un momento propicio para trascender a la crisis mundial provocada por esta pandemia[4] y aspirar a una mayor sostenibilidad de nuestro planeta, aprovechando el liderazgo coyuntural de científicos, expertos, líderes políticos y sociedad civil organizada.

 

Verónica Quiroz López

Profesora/Tutora del Master en Planificación Territorial y Gestión Ambiental, UNIBA.

 

[1] Según la OMS, las investigaciones y ensayos clínicos sobre el COVID19 no estarán en posibilidad de ofrecernos una vacuna por lo menos hasta el verano de 2021.

[2]Ciudades de la región metropolitana de Barcelona se preparan para la peatonalización de algunas de sus avenidas, ampliación de aceras, adaptación de carriles bici y reducción de la velocidad para la pacificación del tránsito, como medidas para garantizar “la distancia de seguridad” tras el desconfinamiento. El periódico, 7 de mayo, 2020.

[3] Un estudio de opinión que refiere el miedo a nuevos contagios y las restricciones de movilidad en transporte público, prevé un repunte del uso de “medios privados” de 20%, de los cuales, el coche se postula como el que mayor protección ofrece frente a las infecciones. Neomotor, 7.05.2020.

[4] Y a las que estén por venir, Robert May y Robert Anderson advertían ya en 1992 del riesgo potencial de nuevas epidemias, el COVID19 se ha transformado en la pandemia más global del s. XXI, pero puede no ser la última.

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