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El tramo final del río Llobregat: un ejemplo de degradación ambiental y un reto para la restauración fluvial

 

En mi último post definía la restauración fluvial, como el proceso de recuperación de los espacios fluviales tal y como eran antes de las intervenciones antrópicas, y no solo en su aspecto sino también en su funcionamiento.

Un ejemplo de un espacio fluvial degradado que pide a gritos una intervención de recuperación es el río Llobregat en su tramo final, especialmente en el tramo más próximo a la desembocadura. 

Fotografía aérea del tramo final del río Llobregat, Barcelona (España), tomada en el vuelo de 1945-46. Propiedad del Ministerio de Defensa y extraída del Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya. 

 

La Figura 1 muestra el tramo final del río en una imagen aérea tomada durante el año 1945-46 y en el que podemos ver perfectamente cómo era el río y el espacio fluvial circundante. El río formaba los meandros típicos de una zona con muy baja pendiente, ya que la imagen corresponde al tramo de la desembocadura. El régimen de caudales, así como el tamaño medio del sedimento que transportaba el río, establecía la anchura del cauce, por una parte, y por la otra estructuraba las áreas de acumulación de sedimentos, la llanura aluvial, la forma del lecho.

Cabe destacar la ausencia total de un bosque de vega o de ribera, puesto que la demanda de leña en esta época era aún muy elevada y también las fluctuaciones laterales del río impedían un desarrollo de este bosque.

Así pues, el río era totalmente dinámico: los meandros se desplazaban en función de la frecuencia y magnitud de las avenidas y el río construía su llanura aluvial y deltaica mediante la inundación de los campos circundantes. Si bien esto provocaba la pérdida de cosechas durante ese año, también aportaba cantidades de limo y arcilla que fertilizaban los campos de forma natural.

La imagen de esta misma zona tomada 75 años después por el propio Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya, nos muestra cómo la presión antrópica ha modificado profundamente el espacio fluvial y cómo ha reducido el río a su mínima expresión.

Fotografía aérea del tramo final del río Llobregat, Barcelona (España), tomada en el vuelo de junio-julio de 2018. Instituto Cartográfico y Geológico de Catalunya. 

 

Apenas podemos distinguir el río en la Figura 2, y lo que vemos es más bien un canal para evitar los desbordamientos y que el agua circule rápidamente hacia el mar. En cambio, vemos una gran expansión de la urbanización que se ha llevado a cabo sobre las áreas inundables. Se han construido ejes de comunicaciones paralelos al río y numerosas infraestructuras viarias lo cruzan, por lo que convino estabilizar la anchura y evitar la migración de los meandros.

Los embalses situados en la cabera del río regulan los caudales de avenida y el sedimento más grueso se queda atrapado en ellos, con lo que el sedimento dominante ahora es el limo y la arcilla, lo que conlleva la expansión de especies vegetales muy bien adaptadas a esta situación como la caña (Arundo Donax) en detrimento del bosque de vega o ribereño estructurado y de calidad, que sigue siendo inexistente, pero no porque se use la leña, si no que no tiene posibilidad para desarrollarse.

Aspecto del tramo final del río Llobregat. Destaca la predominancia de la caña, la ausencia de un bosque de ribera e incluso de la visibilidad del flujo de agua, circulando por surcos entre la maleza. (foto del autor de septiembre de 2020). 

 

Las consecuencias son evidentes, y es que el río, cada vez está más profundo. La energía de las avenidas que se producen se gasta en excavar el lecho puesto que se ha limitado la migración lateral. El material que forma el lecho es fino y se erosiona con facilidad allí donde las cañas no lo retienen, formando grandes surcos dentro del propio lecho. El acuífero del delta del río no se rellena puesto que una gran capa de arcillas impermeables imposibilita la recarga natural, y la turbidez del agua fruto de la suspensión continua de las arcillas dificulta su potabilización y su uso para riego. Esto degrada la calidad del agua y conlleva a una degradación ambiental de la flora que rodea el río y de la fauna.

En resumen, la imagen que ofrece el río en la actualidad es el resultado de nuestra propia intervención para evitar un problema de inundabilidad y para garantizar el abastecimiento, pero que se ha convertido, a su vez, en un espacio gravemente degradado y que posiblemente haya llegado a un punto de no retorno. La Directiva Marco del Agua obliga a las administraciones europeas a conseguir un buen estado ecológico, químico, ambiental y morfológico de las cuencas fluviales, y aunque cueste, tarde o temprano habrá que proyectar una restauración en este tramo fluvial y para ello será necesario formar personas que conozcan estos problemas y puedan, por lo menos, opinar y proponer soluciones.

 

Joaquim Farguell

Profesor de la asignatura de Gestión de Espacios Fluviales y Litorales del Máster en Planificación Territorial y Gestión Ambiental.

 

Referencias

Imágenes extraídas del visor cartográfico del Institutp Cartográfico y Geológico de Catalunya (icc.cat/vissir3)

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