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¿Se van a olvidar las ciudades del Overtourism?

 

Hasta 2020 el turismo fue una industria en crecimiento. A lo largo de la última década el volumen de la demanda turística de destinos urbanos aumentó aproximadamente un 50% convirtiéndose esta tipología de turismo en la segunda opción favorita de los turistas.

Debido a la actual pandemia de Covid-19, estamos asistiendo a la mayor crisis del fenómeno turístico que pone de relieve una serie de restricciones y medidas de viaje que marcan un antes y un después en la dinámica no sólo del turismo urbano, sino de toda la industria turística. Durante varias décadas, Barcelona y otros destinos urbanos europeos han sufrido las consecuencias del turismo excesivo: sobreocupación de espacios urbanos y sobreexplotación de recursos turísticos, que han afectado no únicamente a la calidad de la experiencia turística; también a la calidad de vida de sus residentes.

Los contextos y paradigmas de movilidad, los usos y privatización de espacios públicos, el incremento de la competitividad, plantearon, antes de la actual situación pandémica, la sobreocupación y la sobrepoblación de un gran número de destinos urbanos; esta situación se estudió con la denominación conceptual de Overtourism. A menudo, el término ha sido usado como sinónimo de la masificación turística, exceso turístico, overcrowding (sobrepoblación) o saturación.

La situación en ciudades como Barcelona se ha vuelto muy mediática, dado que el turismo ha sido el chivo expiatorio de una serie de problemas complejos: desde la presión del sistema de transporte urbano y el uso excesivo de los espacios públicos, hasta la presión inmobiliaria, con subidas de precios de alquiler y vivienda, fomentando de esta forma procesos de gentrificación y expulsión de los residentes de la ciudad.

Durante la última década, la literatura académica, la OMT y los gobiernos locales han tratado de dar respuestas a las numerosas cuestiones asociadas al fenómeno del Overtourism y la gestión turística. Además, analizando la masificación turística o saturación, no tratamos sólo una cuestión de volumen de llegadas, ya que el Overtourism puede darse también en espacios donde no se registran grandes flujos de visitantes. El elemento percepción ha sido y será una pieza clave para abordar posibles soluciones.

La playa de la Barceloneta; mayo 2020.

El nuevo contexto que ha generado la pandemia ha mostrado el descanso que han tenido los destinos urbanos respecto a la presencia de turistas internacionales. Monumentos como la Sagrada Familia en Barcelona, visitada por millones de turistas cada año, han tenido que cerrar. Además, se ha visto un proceso de redirección del turismo urbano hacia el turismo rural y el turismo de naturaleza en varios países. El cierre de las ciudades y el intento de escapar de la pandemia, junto con las duras restricciones sanitarias, ha generado nuevas tendencias de movilidad y ocio, que nos hacen pensar que el turismo ya no es un depredador del espacio público urbano.

En ciudades del Mediterráneo europeo, que se encontraban en una fase de búsqueda de fórmulas para gestionar su modelo turístico a causa del Overtourism, la turistificación parece que se estaba ralentizando. Además, el turismo de cruceros, que antes congestionaba ciudades como Venecia y Barcelona, ya no es una oferta covid-friendly.

La sensación de inseguridad y contagio, junto con los numerosos reportajes aparecidos en los medios de comunicación, han cambiado la motivación de los viajeros, apostando por viajes de proximidad y destinos lejos de las grandes aglomeraciones urbanas.

¿Los ciudadanos que no soportaban la masificación turística echan de menos a los turistas? Seguramente no. Recuperar el sector sin volver a la turistificación de antes y asumiendo los riesgos que supone la nueva realidad sanitaria, ¿supondría una serie de cambios estructurales en la industria turística a largo plazo? No sabemos cómo y cuándo volveremos a empezar, aunque sabemos que la componente seguridad será primordial para reactivar el turismo (urbano) a corto y mediano plazo, pero también para (re)pensar los futuros modelos de gestión, apostando cada vez más por un cambio de paradigmas urbanísticos (dando prioridad al urbanismo táctil y verde) y superando los problemas internos que sufría el sector turístico.

 

Dra. Velislava Simeonova

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