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Hacia una enseñanza online sostenible y de calidad

 

El estado de alarma declarado el pasado 14 de marzo de 2020 convirtió, en pocas horas, todo el sistema educativo en un sistema online. Ante esta situación, muchos centros y docentes hemos recurrido precipitadamente a plataformas y servicios nuevos, sin saber con qué recursos cuentan nuestros estudiantes o sin contar con el tiempo necesario para valorar estas opciones. Por otra parte, en ocasiones hemos intentado trasladar al mundo digital lo que hacemos en clase, por falta de tiempo, de formación o movidos por el sentido común de seguir nuestras clases de la manera más natural y amable posible ante una situación tan compleja de incertidumbre, vital y profesional.

Pero ni seguir haciendo lo mismo que en el aula presencial ni unirnos al boom de las videoconferencias parece que haya funcionado del todo en nuestras clases online. La enseñanza online requiere una forma específica de planificar el curso, de gestionar el aula, otras actividades y dinámicas y otra forma de evaluar.

¿Qué podemos aprender de esta situación? ¿Cuál es el siguiente paso? Todo parece indicar que debemos gestionar el cambio de un contexto de urgencia y excepción a una propuesta educativa sostenible y de calidad, que ponga a las personas y a la vida en el centro, teniendo en cuenta las circunstancias, las emociones y la situación laboral. Y este proceso es responsabilidad de todos: profesores, estudiantes, centros y administración.

 

Hoja de posibles rutas para una enseñanza online sostenible

1. Elaborar un proyecto de centro abierto a la enseñanza online

El centro y los docentes son la clave de cualquier cambio y mejora. La enseñanza online y los nuevos retos que plantea deben ser responsabilidad de todo el equipo educativo, desde los docentes y estudiantes a la dirección y administración de las escuelas.

 Estos días hemos mostrado flexibilidad, sentido común y energía ante una situación compleja. Pero todo ello no es viable a largo plazo sin un espíritu crítico que, como dice Trujillo (2019), “reclame las mejores condiciones de enseñanza y aprendizaje posibles, así como un flujo constante de comunicación y formación con otros compañeros y compañeras para enriquecer nuestro conocimiento común y avanzar colectivamente de manera decidida.”

¿Contamos en nuestros centros con una infraestructura tecnológica adecuada para la enseñanza online? ¿Existen tiempos y espacios en nuestras jornadas laborales para la formación en competencia digital (entendiendo no solo las herramientas sino las posibles metodologías y enfoques que podemos utilizar en el aula)?¿Está reconocida dicha formación? ¿Se realiza un seguimiento por un equipo docente formado?

 

2. Gestionar los horarios y la conciliación

Una de las palabras más escuchada los últimos meses es “sobrecarga”. De formación, de webinars, de emails y de mensajes en el móvil, de instrucciones, de horarios, de videoconferencias, de hilos en los foros, de tareas y deberes. Es el momento de concretar horarios y carga laboral y de aprendizaje, para el estudiante y para el docente, sin dejarnos llevar por las posibilidades de los entornos online, sino poniendo en el centro la vida y las condiciones laborales y la conciliación con la vida personal y familiar, algo que, desafortunadamente, en ocasiones no acaba de ser seguido por muchos centros educativos.

Evaluemos la carga académica total a la que cada estudiante ha de hacer frente, teniendo en cuenta no únicamente nuestra asignatura. Es importante para ello fomentar la coordinación horizontal entre docentes a la hora de gestionar espacios, asignar tareas y compartir metodologías. Pensemos en menor cantidad de tareas pero mejor aprovechadas o que impliquen una respuesta compleja y elaborada. Simplifiquemos y centralicemos espacios y recursos (y abrámoslos progresivamente según el aprendizaje y ritmo de nuestros estudiantes, incrementando las oportunidades de aprendizaje).

 

3. Buscar nuevos formatos de cursos

Muchas de las ofertas educativas y formatos existentes de la enseñanza de idiomas dejan de tener sentido en el formato online. Por ejemplo, estancias de Study Abroad o en contextos de inmersión o los formatos de cursos de cuatro horas diarias con el profesor. Es el momento de dejar de adaptar lo presencial a lo online y buscar nuevas propuestas de aprendizaje que respondan a las características del aprendizaje en entornos onlines y de las nuevas circunstancias de aprendizaje.

 

4. Elegir de manera consciente herramientas, recursos y materiales

Saber elegir la tecnología que llevamos al aula es fundamental. ¿Qué implica decir “voy a hacer un “zoom” con mis estudiantes” en vez de una “videoconferencia”? También hay una parte reflexiva, crítica y personal en la elección y en el uso de la tecnología, de la misma manera que lo tiene cualquier otro recurso o material que llevemos al aula.

Por ejemplo, todos estos días hemos usado Zoom alguna vez, tanto para nuestras clases o para reencontrarnos con familia o amigos. Pero ahora hemos sabido que es una herramienta con serios problemas de privacidad y de seguridad. Otras opciones, como soluciones de código abierto o software libre, mantenidas por una comunidad que velará para evitar este tipo de problemas de privacidad. Algunos ejemplos son Jitsi para videoconferencias o Moodle para entornos de aprendizaje.

Es el momento de cuidar los recursos que llevamos al aula, y de ofrecer cursos y formación transparentes, cuidados y honestos, que apuesten por la calidad de los contenidos y que humanicen el entorno digital con un diseño atractivo, personal y coherente con qué y cómo se enseña y aprende.

 

5. Fomentar la evaluación de procesos y la evaluación compartida como herramienta de aprendizaje autónomo y crítico

La evaluación es, desde hace tiempo, la innovación pendiente en educación. Estos últimos días han sido muchas las dudas y preocupaciones sobre qué y cómo evaluar a nuestros estudiantes.

Una evaluación tradicional a través de exámenes en un contexto de educación online es prácticamente una invitación a hacer trampas y copiar. La evaluación online debe evitar replicar el modelo de evaluación de las pruebas presenciales. Y algo aún más importante, es que puede guiar un cambio en la evaluación en general, una evaluación que muestre, guíe y certifique el aprendizaje y ayude al desarrollo de competencias en vez de la memorización de datos.

Es una buena oportunidad para que la enseñanza online y presencial fortalezca la evaluación formativa, en la que se tengan en cuenta los procesos de aprendizaje. Los diarios de aprendizaje, los portafolios de lenguas, los Entornos Personales de Aprendizaje son instrumentos de gran ayuda en este sentido. Este tipo de recursos permite observar, desarrollar y valorar la búsqueda crítica de información, el uso de fuentes, el diálogo e intercambio de información y la construcción del discurso propio. Pero también favorece la reflexión metacognitiva sobre el propio aprendizaje.

Además de nuestro feedback como como docentes, que es absolutamente necesario, apostemos también por el diseño de actividades de autoevaluación y evaluación compartida (colaborativa, entre pares), facilitada por la guía del docente, con instrucciones claras y mecanismos compartidos y consensuados entre docentes y alumnos, como rúbricas. No solo evitaremos que el peso de la corrección recaiga en el docente (que nos hemos visto en ocasiones sobrecargados estos días de actividades de corrección), sino que haremos de la evaluación una responsabilidad compartida que forme parte del proceso de aprendizaje autónomo y crítico del estudiante.

 

6. Experiencias de aprendizaje: dinamizar tu clase online

A la hora de planificar una clase online tenemos que tener en cuenta los aspectos diferenciales de este entorno, con sus ventajas y sus limitaciones. Por ejemplo, recordemos como señala Horno (2020) que la comunicación es multimodal. No sólo importa lo que decimos, sino cómo lo decimos, nuestros gestos y expresiones. En este sentido, el audio y la imagen (estática y en movimiento, los emoticonos, los gifs) pueden ser de gran ayuda, como las videoconferencias, de gran protagonismo en nuestras clases online. Este tipo de recursos multimodales y audiovisuales humanizan y personalizan espacios que, por su naturaleza, son fríos e impersonales.

Sin embargo, hemos de tener en cuenta también que paradójicamente, las videoconferencias incrementan la carga cognitiva y nos requieren de mayor esfuerzo para mantener la atención. Por ello, la gestión del grupo y del aula online (más allá de las sesiones en vídeo), las dinámicas, así como el discurso del docente y del estudiante, son elementos tan tan esenciales como en la clase presencial.

 

7. Favorecer la autogestión del tiempo del estudiante

Las clases online nos abren también muchas opciones para la colaboración entre alumnos y la interacción con el profesor, tanto de manera síncrona como asíncrona. Permitir una comunicación asíncrona con el profesor permitirá a cada alumno poder trabajar en las horas en las que le sea posible sin condicionarlo respecto a otros alumnos con mayores recursos. Por otra parte, favorecerá la autogestión del tiempo y flexibilidad de aprendizaje, guiado y estructurado, pero abierto a las diferentes circunstancias y necesidades del alumnado.

Siguiendo esta idea puede resultar útil saber transmitir, de las tareas e información que proporcionamos al estudiante, cuáles son las esenciales para su aprendizaje y cuáles pueden hacer para profundizar. Con un sistema de retos optativos ayudaremos a nuestros estudiantes a priorizar la organización de su tiempo y situar el acento en la calidad de los recursos que ofrecemos, más que en la cantidad.

Esta hoja de posibles rutas pretende ser una guía abierta para la reflexión y para seguir avanzando hacia una educación online (y presencial) sostenible y de calidad. Aprovechemos lo aprendido, las oportunidades de aprendizaje de los entornos digitales y la flexibilidad de la enseñanza online, pero sin olvidarnos de las prácticas sociales y de las buenas experiencias de aprendizaje del aula presencial.

 

Lola Torres Ríos

Tutora del Máster en Formación de Profesores de Español como Lengua Extranjera de UNIBA

 

Referencias bibliográficas

Adell, J. (4 de mayo de 2020). La educación que viene: Un modelo híbrido y más tecnológico. eldiario.es.

Chen, B. (15 de abril de 2020). La lección que estamos aprendiendo de Zoom. New York Times. 

Gutiérrez, E. (23 de marzo de 2020) Un momento precioso para rediseñar la educación que necesitamos. El salto diario. 

Horno, M. (6 de mayo de 2020) La misteriosa proliferación de videollamadas en cuarentena. La comunicación multimodal. Letras libres.

Mendiola, J. (2 de mayo de 2020). ¿Por qué nos agotan psicológicamente las videoconferencias? El País. 

Lara, T. (2009). Alfabetizar en la cultura digital. En Alonso, N., Lara. T. Larequi, E.,Zayas, F. La competencia digital en el área de lengua. Barcelona: Octaedro.

Lucas, B. (1 de mayo de 2020) La revolución de los copiones. El País. 

Ojeda, D. (2018) Rúbricas de entrada única: fáciles, personalizadas y transparentes. Conecta 13. 

Rodríguez, D. (29 de junio de 2018). Profesorado ELE: las kellys de la enseñanza. El salto diario. 

Torres, L. (2015). Estrategias metacognitivas de gestión del aprendizaje a través de los PLE (Entornos Personales de Aprendizaje) de aprendientes de ELE. Tesis doctoral. Universitat de Barcelona. 

Torres, L. (2020). Cómo dinamizar tu clase online. Campamento Norte. 

Trujillo, F. (29 de marzo de 2019). Innovación en la enseñanza de idiomas: rutas y posibilidades. Fernadotrujullo.es. 

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