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La enseñanza de ELE en el extranjero: Tel Aviv

 

Empecé a dar clases de ELE en Israel primero como profesora colaboradora en el Instituto Cervantes (IC) y, un par de años más tarde, como profesora en la universidad de Tel Aviv. Llegué a esta profesión un poco de casualidad, como muchos de los profes de ELE que conozco, aunque poco a poco me fui formando y me fui instalando aquí, en esta profesión que es la de profesora de español y que comprende tantas cosas y abarca muchas más, pero que nadie ha sabido definir bien porque ahí a donde llega cambia y se adapta al contexto y se amolda a lo que hay.

En mi caso, llegué cuando el auge del español en Israel empezaba a declinar y otras lenguas (como el alemán, el chino o el ruso…) empezaban a tomarle el relevo. Aun así, el castellano goza de un estatus privilegiado entre los jóvenes -y los que no lo son tanto- y a los israelíes les encanta escuchar el acento castellano del hispanohablante. Al estudiante israelí, en general, le gusta aprender nuevas lenguas y muchos sienten por el español auténtica devoción. Ese amor tiene muchas veces sus raíces en la historia familiar, no hay que olvidar que un gran número de los judíos que llegaron allá en los 70 son de origen hispanohablante: argentinos, chilenos, mexicanos, uruguayos que llegaron por convicción sionista y que dejaron atrás su país y una lengua que ahora muchos tratan de recuperar.

Por otro lado, las telenovelas juveniles sudamericanas formaron parte de la adolescencia de muchos estudiantes israelíes que hoy llegan a mis aulas y a los que les sorprende que mi acento no se parezca en nada al de sus héroes televisivos. Estas series (Rebelde Way, Chiquititas…) fueron en muchos casos mis precursoras y no es extraño encontrar a estudiantes que han aprendido y hablan -¡perfectamente!- español a través de ellas. 

 

 

Sinagoga Cymbalista y centro de la herencia Judía del campus

 

Hay un último gran grupo de estudiantes que por curiosidad o por una combinación de lo mencionado con anterioridad decide viajar a Sudamérica cuando termina el servicio militar. Estos estudiantes se pasan meses viajando y empapándose de las culturas y variantes españolas del gran continente en un viaje que para muchos marca un antes y un después por todo lo que representa este viaje de iniciático y de simbolismo vital. A su vuelta, muchos de estos jóvenes deciden continuar o sistematizar ese aprendizaje que empezó de forma accidental y que no tiene por qué estar necesariamente relacionado con sus estudios universitarios. A mis clases se acercan pues todo tipo de estudiantes y también de todas las edades. Hay que tener en cuenta que el promedio de edad de los estudiantes que empiezan una licenciatura es de unos 23-25 años (es decir, entre cinco y ocho años más que los estudiantes que empiezan a estudiar en España).  

Quizás una de las cosas que me siguen sorprendiendo de mis estudiantes es esa curiosidad y esa cierta irreverencia hacia la auctoritas que tradicionalmente representa la figura del profesor (y en la que yo me eduqué). Si bien es cierto que las tecnologías actuales, internet, propician esta actitud de cuestionamiento de cualquier tipo de información y el debate es algo que se cultiva y se favorece en las clases, la idiosincrasia del estudiante israelí se caracteriza por ese desafío constante que obliga al profesor a estar siempre bien preparado y bien formado.  Educada en una tradición escolar donde se valoraba mucho más la actitud sumisa de los estudiantes y la transmisión de conocimientos (pero no el debate crítico), el comportamiento de los estudiantes israelíes ha supuesto una ráfaga de aire fresco y aunque al principio me chocaban ciertas actitudes o respuestas que se daban en clase, he llegado a apreciarlas e incluso fomentarlas, ya que me he dado cuenta de que dar clases desde la incerteza y la inconformidad, a la larga, suele conllevar mejores resultados.   

En el fondo me siento agradecida y afortunada por estar dando clases a un grupo de gente tan heterogéneo, gente que sigue teniendo la capacidad de sorprenderme y retarme, haciendo que mi trabajo sea interesante, ameno y obligándome a estar al día y seguir esforzándome cada día un poco más, aunque también haya días en los que me despierto y daría cualquier cosas por tener clases más aburridas y un poco más monótonas.

 

Facultad de ingeniería

 

*El campus de la universidad de Tel Aviv se caracteriza por una riqueza arquitectónica que refleja diferentes estilos y épocas. Además, el campus cuenta con dos museos, una sinagoga y múltiples esculturas repartidas a lo largo de sus jardines y rincones.

Bibiana Jou, coordinadora de español en la Universidad de Tel Aviv y tutora de Portafolio y TFM en el Máster en Formación de Profesores de Español como Lengua Extranjera de UNIBA

 

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