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Andrés Neuman

 
Andrés Neuman

Hay ojos que verán nuestra memoria

Andrés Neuman

Unos psicólogos canadienses realizaron un experimento fascinante. Les enseñaron falsas fotos de infancia a una serie de voluntarios y les preguntaron si recordaban esas escenas. La respuesta fue tan sospechosa como imaginativa: la mitad de los encuestados recordó con detalle vivencias inventadas.

Andrés Neuman

Nacido en Buenos Aires, en 1977, Andrés Neuman reside en Granada, en cuya universidad fue profesor de literatura. Formó parte de la lista Bogotá-39, votación convocada por el “Hay Festival”, en la que quedó como uno de los autores más destacados de la literatura hispanoamericana. En el mismo sentido, la revista Granta le clasificó como uno de “los 22 mejores narradores jóvenes en español”. Como un rasgo bastante común de los escritores latinoamericanos, Neuman maneja distintos géneros literarios, desde la novela a los aforismos, pasando por el cuento, la poesía o el ensayo, si bien, desde la publicación de El viajero del siglo, puede decirse que destaca sobre todo como novelista. Su trayectoria literaria es breve, pues no se inició de forma clara hasta 1999, con Bariloche (premio Herralde), pero prolífica. En estos pocos años Neuman ha publicado de forma continuada y casi febril novelas como Bariloche (Anagrama, 1999), .La vida en las ventanas (Espasa, 2002), Una vez Argentina (Anagrama, 2003), El viajero del siglo (Alfaguara, 2009), Premio Alfaguara, Premio Tormenta y Premio de la Crítica, Hablar solos (Alfaguara, 2012); cuentos como El que espera (Anagrama, 2000), El último minuto (Espasa, 2001), Alumbramiento (Páginas de Espuma, 2006) o Hacerse el muerto (Páginas de Espuma, 2011); y poemarios como Métodos de la noche (Hiperión, 1998), El jugador de billar (Pretextos, 2000) o El tobogán (Hiperión, 2002), Premio Hiperión.

A todo esto hay que añadir que es un escritor no solo polifacético e inquieto sino también accesible, mundano, en el mejor sentido del término, esto es, alejado de la torre de marfil. Neuman habla con todo aquel que se le dirige, concede entrevistas, tiene un blog activo y participa en foros, lo que permite que el lector, el crítico o el estudioso puedan acercarse a su obra y a su figura con relativa facilidad. Neuman no cree en la superioridad del escritor, en el vate romántico, sino que parte de que el escritor es un hombre como cualquier otro. Ya era hora.

Roberto Bolaño dijo sobre su novela Bariloche que “ningún buen lector dejará de percibir en sus páginas algo que solo es dable encontrar en la alta literatura, aquella que escriben los poetas verdaderos, la que osa adentrarse en la oscuridad con los ojos abiertos y que mantiene los ojos abiertos pase lo que pase” (“Neuman, tocado por la gracia”, en Bolaño salvaje, p. 149).

Y es que uno de los aspectos más importantes de su obra es la reflexión que sostiene en su escritura sobre la lengua y la identidad, tema que recorre tanto su novelística, ya sea Bariloche, Una vez Argentina, o El viajero del siglo, como su obra lírica. Su condición de extranjero, de argentino pero con una identidad escindida, como explica muy descriptivamente y con ironía en Una vez Argentina (reflexión sobre la memoria personal entrelazada a la histórica de Argentina), le lleva a analizar el tema de la patria, la identidad, la memoria, la noción de frontera o de lengua. Así lo indica el propio Neuman: “La emigración inauguró en mí cierto conflicto con mi idioma. Una suerte de extranjerización de la lengua materna” (Andrés Neuman, “La frontera como lengua poética”, Ínsula, núms. 793-794, p. 42).  

Esta interacción entre memoria e historia (muy relacionada con una línea muy destacada de la literatura latinoamericana actual), realidad y ficción, entreteje la que hasta hoy es su mejor obra, El viajero del siglo. Calificada como novela total, con una escritura que, aunque subvierte los mecanismos de la memoria y sus proyecciones (y para ello el autor arma un texto refinado y vigilante que cuestiona el modo de narrar el pasado y de rehacer el recuerdo), posee el tirón narrativo de las mejores novelas del siglo XIX. Neuman escribe claro, se aleja de la experimentación y dificultad que han caracterizado a muchas obras latinoamericanas -desde La Casa Verde hasta Yo el Supremo y tantas otras obras del “boom”- pasando por muchas de las actuales (Bolaño mismo) que siguen complicando excesivamente la lectura hasta el agotamiento. Neuman, y eso hay que agradecerlo, es un escritor decimonónico, y esto es la mejor cualidad que se le puede dar a un escritor: tirón narrativo, solidez de la obra, reflexión y análisis histórico ligado a una historia local, tierna, humana y comprensible. Y es que  El viajero del siglo despliega una dialéctica entre la Europa de la Restauración y la Europa de la posguerra y una historia local, la de Hans, alter ego de Neuman o con muchos rasgos parecidos a él. El autor sigue la línea goethiana que permite el ensamblaje de la historia y la literatura. Ese cruce entre lo individual-familiar y lo histórico también es una línea importante en su obra lírica. Neuman tiene tendencia a indagar en lo personal (la soledad, la incomunicación), en la vida intrahistórica unamuniana, en lo familiar y en lo histórico.  “Tocado por la gracia... La literatura del siglo XXI pertenecerá a  Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre”. Roberto Bolaño dixit. (Roberto Bolaño, Unomásuno, México).

Mercedes Serna

Directora de Programa de la Maestría en Estudios Avanzados en Literatura Española e  Hispanoamericana

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