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Una pieza del puzzle

 

Detalle de la marca aplicada.

 

 

Hace unos días, La Vanguardia publicaba este artículo: Cudié Flagship Store Barcelona, en busca del efecto Umami”.

 En él, se habla del nuevo punto de venta que ha abierto Catànies Cudié® en Barcelona y de la poética búsqueda del “efecto umami” –en japonés “delicioso sabor” (umai-delicioso, mi-sabor)–. Bajo esta idea, hay muchos y variados matices, pero que, en resumidas cuentas, se concentran en una nueva experiencia de los sentidos, para dar a conocer (y por supuesto vender) el producto de una empresa que actualmente cuenta con una creciente proyección.

 Presentación del packaging del producto variedad original.

 

 He tenido la suerte de participar en él, desarrollando la gráfica que viste el espacio interior, por lo que puedo afirmar que este proyecto está basado en la esencia del producto (lo orgánico, tradicional) y en su visión de una cuidada actualidad (variedad y originalidad de sabores, su detallista presentación…), con el objetivo de generar ese universo de sensaciones.

Expositor dispensador de las distintas variedades de producto (lonas retro iluminadas mediante led).

 

En este cometido, hay diversos actores que intervienen; la estrategia, el diseño del propio espacio, la iluminación, el retail, etc… Y por supuesto, el grafismo. Y es aquí, dónde me quiero detener, para reflexionar sobre el papel que juega el diseño gráfico dentro del puzzle de la comunicación.

Nuestra profesión, tiene sentido en tanto que cumple una función comunicativa, y el papel del diseñador, es el de cristalizar dicha función.

En algunos casos, os encontraréis que vuestro cometido trasciende de la mera formalización gráfica para ir a buscar aquello que se pretende comunicar –como en la situación en la que trabajáis con un cliente directo, del que debéis “extraer” la definición de la propuesta– y en otros, –como en esta ocasión– en los que esos objetivos ya están definidos.

 En este sentido el diseño gráfico, es una pieza de un engranaje más complejo en el que –como apuntaba anteriormente– intervienen otras disciplinas (profesionales de otros ámbitos, empresas de marketing, etc…); y donde habitualmente, nuestra profesión se encuentra en el término medio de dicha composición.

El siguiente eslabón de la cadena, podría ser –por ejemplo– el de la producción de los distintos materiales que generemos (para los que el diseñador, deberá gestionar y controlar la correcta ejecución); y el anterior –por volver a exponer un ejemplo–, la obtención de los recursos fotográficos necesarios (para los que, así mismo, el diseñador deberá definir, coordinándose con el profesional correspondiente).

Detalle de lona retro iluminada.

 

Las empresas de marketing son especialistas en conocer, estudiar y extraer del mercado toda aquella información que os va a ser muy útil en el momento de plantear estrategias gráficas que sirvan para cumplir los objetivos marcados. ¡Sin duda, herramientas que hay que aprovechar!

Es importante ejercer este papel que comentaba dentro del puzle, de una forma coordinada, en la que las influencias en ambos sentidos sean constantes, con el propósito de que todas las áreas del proyecto cumplan los mismos criterios de coherencia y cohesión, independientemente de la disciplina de diseño (bien sea de estrategias, espacios, industrial o gráfico).

Por último, os invito a que visitéis el punto de venta, valoréis, reflexionéis y extraigáis vuestras propias conclusiones al respecto… y, sobre todo, ¡probéis el producto!

 

Jesús Fariñas

Profesor del Grado en diseño de UNIBA-UB

 

Referencias

Artículo: “Cudié Flagship Store Barcelona, en busca del efecto Umami”

Interiorismo estratégico: Maria Reche

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